Los encuentros y recorridos con los pintores, me permitieron conversar con ellos alrededor de su proceso de pensamiento y creación. En ese trabajo conjunto me fue posible registrar la forma en que cada uno boceta, alista la superficie, coge el pincel o la brocha, usa la pintura, dibuja sus letras y nombra lo que hace.
Así, los pintores materializaron sus alfabetos más reconocidos en su trayectoria como avisistas, en una serie de retablos que facilitan la visualización de cada carácter por separado. Este ejercicio fue retador, al verse enfrentados a disociar una letra de otra, y hacerlas con la pausa que requiere contemplarse a uno mismo para entender su propio proceso y sus resultados.
La impronta personal, da cuenta no solo de una manera técnica y material de dar vida a la creación, sino que comparte el espíritu de quien da forma a través de sus manos. Las letras se parecen a quien las hace.